domingo 05 de mayo de 2024
Revista Innovación Seguridad » Videovigilancia » 1 jun 2005

VIDEOVIGILANCIA. Tecnología empleada.

Describiremos las nuevas tecnologías que permiten recoger, procesar, recuperar y acumular información de circuitos cerrados de televisión. Con ellas las tendencias panópticas de la sociedad moderna aumentan de forma desmesurada, tanto en sus posibilidades como en su eficacia.


En un caso de 1997 que llamó la atención a la opinión pública a escala mundial, Louise Woodward, una joven niñera británica que trabajaba para una familia de Massachussets, fue acusada de asesinar a un bebé de ocho meses que estaba a su cuidado. Aunque fue absuelta, poco después de este caso surgió una nueva tendencia de la industria privada de la vigilancia videográfica que podía instalarse subrepticiamente en guarderías y hogares para registrar las actividades del día, y permitir así una posterior inspección secreta de los padres.

Whitaker destaca que ahora se dispone de una nueva y sofisticada tecnología que puede resolver el problema: equipos diminutos, con microcámaras de video de dos a tres centímetros de ancho, que pueden ser colocadas en osos de peluche, relojes, plantas o incluso detectores de humo. Los precios de esta tecnología han caído espectacularmente, y se han hecho accesibles incluso para familias con ingresos relativamente modestos. El video puede ser retransmitido en un canal televisivo, o bien se puede conectar la cámara al ordenador mediante software.

Pero la principal aplicación con ramificaciones mucho mayores consiste en el uso creciente de cámaras de video para vigilar espacios públicos. Los circuitos cerrados de televisión se usan cada vez más, desde hace algún tiempo, para controles de seguridad en lugares públicos, como oficinas, tiendas, bancos, vestíbulos de ciertos edificios, garajes, etc. Los guardias de seguridad que manejan cámaras de televisión o la captura de sospechosos de robo por una cámara de video ya son hechos familiares.

Whitaker nos indica que la tecnología de vigilancia videográfica está en un proceso de innovación constante. El primer tipo de innovación es cuantitativo: el alcance de estos ojos electrónicos es mucho más penetrante y omnipresente. El segundo es cualitativo: la tecnología del reconocimiento facial y la digitalización de la información, conectada a una base de datos central, ofrecen la perspectiva de un desplazamiento: desde los propósitos defensivos o de seguridad pasiva, en los que se ha empleado básicamente hasta ahora tal tecnología, hasta una nueva era de identificación activa y de localización de individuos.

Continúa Whitaker sosteniendo que el voyeurismo furtivo con alta tecnología es una cosa, pero la proliferación de cámaras tiene una significación mucho más amplia. Las cámaras han invadido progresivamente más espacio de Nueva York, pero las cámaras no son exclusivas de la policía ni del gobierno: muchas están en manos privadas y se usan por motivos muy variados, desde la seguridad hasta los informes televisivos sobre el tráfico. Los propósitos declarados son inocuos, incluso benignos. Los críticos sugieren, sin embargo, que los detectives privados y los nuevos agentes de información sabrán cómo sacar provecho a estas cámaras. Aunque no formen un sistema integrado y único, el mosaico de ojos electrónicos públicos y privados empieza a cubrir potencialmente toda la ciudad.
Ejemplos de aplicación

Withaker nos hace notar que, siguiendo el ejemplo de grandes ciudades como Baltimore, pionera de una alta vigilancia videográfica, coordinada por la policía en barrios con un alto índice de criminalidad, una ciudad pequeña del estado de Nueva Jersey con 2000 habitantes, tras un hecho violento aislado, instaló dieciséis cámaras de vigilancia con ejes rotativos para controlar ininterrumpidamente las manzanas que la componen. Lyon, ciudad aún en parte rural en el estado de Nueva York, con 4300 habitantes, ha instalado cámaras de vigilancia en todas las calles principales, a pesar de su bajo índice de criminalidad.

Inglaterra ha usado este sistema de vigilancia policial mediante el video seguramente más que cualquier otro país de Europa occidental, por lo que es relativamente normal encontrarse con una amplia vigilancia videográfica en los centros de todas las ciudades británicas. La idea consiste en ponerse rápidamente al día: más de 450 ciudades habían instalado tales sistemas a finales de 1997, unas 74 más que tres años atrás. Es como si se tratara de una dinámica acumulativa por contagio: las ciudades sin “protección” temen convertirse en el objetivo de los criminales si no adoptan el mismo sistema, y existen algunos hechos que confirman este efecto.

Todo ello ha llevado a ciudades de menos de 1500 habitantes a procurarse su propio sistema de vigilancia videográfico. Además, la misma dinámica conlleva la extensión de la cobertura en la misma ciudad, ya que la instalación de cámaras desplaza el miedo hacia lugares sin cobertura, por lo que se acaba exigiéndola en todas las calles residenciales y en todas las áreas públicas.

Estos sistemas de vigilancia videográfica intensiva no necesitan ser meramente pasivos, controlados manualmente por guardias de seguridad. Ya se están desarrollando, y empezando a salir al mercado, aplicaciones comerciales que ofrecen servicios de control automatizado.

Imaginemos el parque de la ciudad invadido por cámaras, discretamente colocadas, que envíen sus imágenes a un ordenador programado para mantener un ojo vigilante. Esto puede parecer sombríamente orwelliano; pero David Aviv, un antiguo ingeniero aerospacial, ha patentado justamente un sistema de estas características para combatir el crimen. Aviv dice que su invención, a la que llama Ojo Público, usa patrones de reconocimiento para detectar robos o actos violentos, gracias a la base de datos en la que ha digitalizado y almacenado todo un repertorio de acciones físicas. La cámara envía al ordenador imágenes en tiempo real de una persona que, por ejemplo, usa el cajero automático; el ordenador recoge entonces ciertas imágenes congeladas y las compara con las de su base de datos, en busca de acciones amenazadoras. Aviv también ha usado otro patrón de reconocimiento basado en la voz, para detectar la existencia de comportamientos verbales agresivos.

La extensión cuantitativa de los equipos de vigilancia videográfica sólo remite a una parte de sus consecuencias, afirma Whitaker. Los nuevos métodos de reconocimiento facial que aún se encuentran en fase experimental, pueden estar disponibles para usos comerciales en cinco años. Una vez más, la clave está en la digitalización. Con el software adecuado los rasgos faciales pueden reducirse a un código digital. Si el software es suficientemente sofisticado, y no hay ninguna razón para pensar que no pueda ser así, tal código podría ser tan específico en su capacidad de reconocimiento como en los mismos seres humanos, con sus considerables habilidades en este campo.

Por Ing. Enrique Greenberg - Logotec S.A.

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